Existen instrumentos malditos capaces de atraer las desgracias mas funestas a quienes los tocan, Como es sabido, el Diablo es un violinista bueno. Y esto porque el Infierno es también, a su modo, un reino musical.
A lo largo de la historia, muchos han sido seducidos por ese mágico instrumento, poseedor de una connotación más demencial que ningún otro: el violín.
Quizás la leyenda del violinista del diablo se baso en lo que alguna vez relato Tartini acerca de su sonata “El trino del Diablo”:
Cuenta la leyenda que en una noche de 1713, Giuseppe Tartini, un profesional del violín, obsesionado por la composición perfecta, soñó al diablo. Éste se le aparecía con un atuendo hermoso y perfecto, proponiéndole un pacto. Le otorgaría un violín, con el que tocaría la melodía perfecta, pero, a cambio, el músico le daría su alma. Tartini, ansioso y cegado por la ambición aceptó sin pensarlo dos veces.
Entonces, el diablo comenzó a tocar una melodía fascinante, ¡gloriosa!, con una destreza y facilidad que el propio músico quedó impresionado al escuchar aquellas notas perfectas provenientes de un ser que, todos decían, era horrendo y malicioso. Sin embargo, lo que él veía era un hombre de belleza deslumbrante, que disfrutaba tocando el violín, del cual emanaba una melodía placida y pacífica. Si así era el demonio, pensó, ¿cómo serían los ángeles?
Al día siguiente, al despertar, Tartini Inmediatamente tomo su violin deseando recordar al menos una parte de lo que recién había escuchado, y comenzó a escribirla con una agilidad de la que no daba crédito. Cuando terminó la sonata se percató de que había un nuevo objeto en su habitación. Era un violín, hermoso, color caoba, que tenía algo que hechizaba, algo mágico.
El músico cogió el violín y ensayó una y otra vez la sonata, hasta que llegó la noche. Sin embargo fue en vano, algo no salía como él deseaba, como la había escuchado en manos del diablo. Pero Tartini no paró de tocar en todo el día, olvidándose incluso de sus obligaciones. Aunque nada era igual, sus notas no transmitían la belleza y bondad que transmitió el diablo tocándola. ya que la sonata que compuso entonces es, por lejos, la mejor que jamás habia escrito y aún la nombro como “La sonata del Diablo”, pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño que hubiera preferido romper mi violín en pedazos y abandonar la música para siempre….”Tartini enloqueció y se suicido, frustrado ante la imposibilidad de repetir la sonata.
A Tartini le acompañó toda su vida un aura novelesca y de misterio que por fuerza había de reflejarse en su obra musical. Prosiguió con su vida y su carrera, y en 1726, Tartini inició una escuela de violín que atrajo estudiantes desde toda Europa.
Continuo componiendo y escribiendo tratados sobre armonía y acústica, hasta su muerte, el 26 de Febrero de 1770, pero jamás fue capaz de igualar la belleza de su obra maestra: El trino del Diablo…
Tartini´s Dream, by James Marshall |
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